Víctor Hugo llamaba al coñac el “licor de los dioses”. Aunque ha pasado mucho tiempo desde que el célebre escritor de Los Miserables denominara así a este elixir, el coñac aún huele a aristocracia, momentos de reflexión junto a un puro habano y lujo a pequeños sorbos...
Para entender este licor que proviene de la uva y su evolución hay que viajar hasta la región que le dio nombre. Las calles del pueblo francés de Cognac, a orillas del río Charente, tienen encanto etílico. De la embriaguez del propio aire tienen la culpa las numerosas bodegas donde se produce el famoso aguardiente, cuyo origen está en el suelo calizo de sus viñedos.
En la región, destaca la casa Rémy Martin, que desde 1724 elabora uno de los mejores coñac del mundo. Pierrette Trichet es la maestra bodeguera de la firma desde hace 36 años y la única conocedora del secreto que dota a los coñac de Rémy Martin de una exquisitez única. Ella es la encargada de decidir la mezcla ideal de aguardientes para dar cuerpo al coñac que envejecerá en barrica de roble francés durante décadas.
¿Cuál elegir?
El coñac se divide en varias categorías según los años de envejecimiento y el porcentaje de uva que contenga de las distintas denominaciones de origen (Grande Champagne está comprendida en la ciudad de Cognac). El VSOP –el que más se vende en el mundo– envejece entre 4 y 14 años. Rémy Martin siempre se decanta por el máximo tiempo para garantizar la calidad. Su edición VSOP tiene aroma y sabor a flores, vainilla y albaricoque. El trago es largo en boca y es recomendable tomarlo frío. La botella cuesta 30 euros.
El XO, con un precio de unos 200 euros, envejece entre 10 y 37 años, y tiene matices de frutas más maduras, flores blancas y canela. Pero el emblema de Rémy Martin es el exclusivo Louis XVIII , un coñac fruto de la mezcla de más de 1.200 aguardientes y de 100 años de reposo. Una de sus ediciones limitadas alcanzó el precio de 16.000 euros.
Para especial la edición Rémy Space, unas botellas de coñac (de 2.000 euros cada una) con un espectacular diseño a prueba de viajes espaciales porque son capaces de resistir la presión, la radiación, la temperatura extrema y se puede beber aunque no exista gravedad. La casa también permite a sus turistas de a pie la visita a sus dominios. Existen diferentes tours: el que incluye la visita guiada por la propiedad y catas temáticas cuesta 95 euros.
Si le quedan fuerzas tras la cata, aproveche para pasear por el centro de la ciudad dominado por la estatua ecuestre del rey Francisco I que nació en esta villa, en concreto en el Castillo de Valois. Las calles empedradas de Cognac dan sustento a edificios medievales y espacios únicos como el ayuntamiento. Al entrar por el camino de tierra que surge desde la carretera, el visitante no puede imaginar que dentro le espera un fabuloso jardín que en las noches de verano acoge festivales y, como no, ferias sobre el mundo del coñac. Porque Cognac es una ciudad que bebe de su historia y donde se respira el mismo aire sibarita de la bebida que le dio fama.
Las cuatro claves de un buen coñac
Maridaje: El coñac marida con pescados, platos con toques picantes, chocolates y con quesos. ¿Una combinación exquisita? Coñac más queso de cabra.
Dónde servirlo: Lo mejor en hacerlo en un vaso o copa pequeña y nunca llenarla del todo.
¿Con hielo o sin él? No es un sacrilegio ponerle hielo. Con un par de cubitos el sabor original se suaviza.
También acompañado: Lo último es mezclarlo con tónica o utilizarlo como base para realizar cócteles.
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