Sobre Mi

DESPENSA DEL SUMILLER


Este blog es el fruto de muchos años de dedicación a mi gran pasión, el vino y la gastronomía. Tanto mi formación inicial como mi trayectoria profesional han estado centradas en otros ámbitos, pero desde hace años estoy embarcado en una formación más profunda y constante del emocionante mundo de la Sumilleria y la gastronomía.


Mi gran interés por la formación unido a la lectura para aprender a analizar todo lo relacionado con la Sumilleria, me llevan a entender que características marcan la diferencia de cada producto que cato. Todo esto unido a mis conocimientos con la fonación de Sumiller profesional unido a un Master en viticultura y enología por la cámara de comercio de Malaga, Experto universitario en gestión y difusión del patrimonio entorno al vino, por la Universidad de Malaga y Nivel 2 Wine & Spirit Education Trust, ademas de que Actualmente estoy estudiando la cualificación de nivel 3, título indispensable y obligatorio para continuar estudiando en la misma organización y acceder al Master of Wine.

Todo esto me ha motivado a realizar viajes enológicos para conocer prestigiosos viñedos de Europa y grandes zonas enológicas, tanto históricas como emergentes, que elaboran aquellos vinos que más me han emocionado. En concreto, mi pasión por los grandes vinos históricos me ha llevado a ser Formador Homologado del Marco de Jerez, Formador homologado en Cava, Tecnico especialista en vinos y vinagres de Montilla-Moriles,


sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Existe o no existe el Palo Cortado?

Hay dos vinos, o tipos de vino, en el Marco de Jerez que están permanentemente rodeados de un halo de misticismo, incertidumbre, incredulidad, misterio, etc., etc., que son la manzanilla pasada y el palo cortado.
Con respecto a este último, un día estás de visita en una bodega de Jerez y entre los vinos que se van a catar aparece el palo cortado; el enólogo, el bodeguero, o el responsable de turno  te cuenta cómo en el año tal, el capataz con su nariz detectó ciertas desviaciones en unas pocas botas de la solera de oloroso, ciertos matices, que las distingue de las demás botas; se marcaron,  se separaron de la dinámica de la solera, y desde entonces se las cuida con mimo, reduciendo sus sacas. ¡Madre mía nº1!
Otro día, por ejemplo, estás en una cata como las del Consejo Regulador, y cuando llega la hora del debate y las preguntas surge de nuevo el tema, porque siempre surge. Algún experto o entendido – aquí no hay matiz peyorativo  – suelta a bote pronto que en el Marco de Jerez son pocos, muy pocos, los verdaderos palos cortados, el resto son elaboraciones más o menos artificiosas. ¡Madre mía nº2!
Y otro día, al cabo de un tiempo, si estás en otra bodega te sueltan algo así como: “Yo no puedo hablar de lo que hacen otros porque no lo sé, pero lo que sí sé es que aquí en nuestra bodega el palo cortado es auténtico palo cortado.” porque no hay que olvidar el origen del nombre: tras una clasificación de un vino joven como fino, marcado inicialmente con un palo (/), un año más tarde el vino resulta que ha evolucionado y presenta una mayor gordura pero se mantiene limpio; entonces se encabeza a 17º y continúa su crianza como los olorosos marcado con un palo cruzado o cortado (). Sería por tanto, un oloroso con una brevísima etapa de crianza biológica.
Para colmo, el propio Consejo Regulador mantiene una lacónica definición de Palo Cortado como “Vino de gran complejidad que conjuga la delicadeza aromática del amontillado y la corpulencia en el paladar del oloroso”, o dicho de otro modo, un vino con nariz de amontillado y boca de oloroso. El bueno de Antonio Barbadillo Mateos, que nos saca de vez en cuando su soberbia manzanilla “Sacristía AB”  – que desde aquí ya les recomiendo que vayan a probarla, pero ya! – nos dice un día, con su habitual sentido del humor,  y de esto debe saber algo porque lo lleva en el ADN, que en su opinión el palo cortado debería definirse completamente al revés de como lo hace el Consejo Regulador, es decir, que para él, el palo cortado tiene nariz de oloroso y boca de amontillado. ¡Madre mía nº3!.
Entonces, ¿el palo cortado existe o no existe? ¿Nace o se hace? ¿O simplemente sucede como he llegado a oír?  Está claro que sucede y …seduce.
Álvaro Girón, al que no me canso nunca de leer o escuchar comenta, irónicamente, esto último: “un palo cortado es un jerez que algunos humanos clasifican como palo cortado”, y añade “…antes todos los vinos sucedían, incluyendo los biológicos; los palos cortados no eran diferentes; a partir de determinado momento se pudo empezar a dirigir – hasta cierto punto –la crianza biológica, y es lo que está empezando a pasar con los palos cortados; sucedían y mucho, ahora se hacen, pero no hay que olvidar que son lisa y llanamente la división más fina de los olorosos.”
Está claro, esto debe ser como la fe cristiana, digo yo. Los hay que creen, los hay que no creen y los hay completamente agnósticos. Yo, que en ambos aspectos soy creyente y practicante, sobre todo en lo que se refiere al palo cortado, les doy cinco nombres para que se vayan haciendo su propia composición de lugar:
Palo Cortado Obispo Gascón, de Bodegas Barbadillo.
Palo Cortado VORS, de Bodegas Lustau.
Palo Cortado Antique, de Bodegas Fernando de Castilla.
Palo Cortado Tradición VORS, de Bodegas Tradición.
Palo Cortado VORS, de Bodegas El Maestro Sierra.

Y volviendo a la pregunta inicial, sobre si existen o no existen, pues solo diré que haber hay muchos más…¿?
Guillermo Manuel de Villena
El Puerto de Santa María. 2013

viernes, 22 de noviembre de 2013

¿Qué es un Master of Wine?

Publicado  por  en Sin categoría.
Mucha gente me hace las mismas pregunta, ¿qué es un Master of Wine? ¿Quién otorga este título? ¿Cómo se convierte uno en Master of Wine? Es por ello que decidí introducir esta entrada en mi blog. En 1955 los integrantes más importantes del sector vinícola del Reino Unido decidieron que debería existir una titulación que representara la máxima excelencia en la educación del vino y una organización que promoviese la más alta profesionalidad en la industria vinícola. Así nació el Institute of Masters of Wine en Londres y debemos entender que el Reino Unido es el país más importante en lo que respecta al comercio del vino, la educación del sector y donde están algunos de los escritores y críticos vinícolas más influyentes del mundo.
Hoy en día somos solo 288 los profesionales que hemos sido capaces de aprobar los difíciles exámenes de que consta esta titulación y que podemos añadir las letras MW al final de nuestro nombre. El título de Master of Wine es sin lugar a dudas el más respetado del sector, el más difícil de conseguir y quién lo ostenta ha demostrado un conocimiento excepcional del arte y la ciencia de la viticultura y la enología, así como del negocio vinícola, complementado con un dominio importante de la cata de vinos de todo el planeta.
Jancis Robinson MW
El primer paso para matricularse en el Instituto de Masters of Wine es solicitar la admisión al programa. Para ello hay demostrar que se tiene una educación de muy alto nivel en enología, ingeniero agrónomo o tener la titulación de nivel 4 de la WSET (Wine & Spirit Education Trust). También hay que conseguir que dos Masters of Wine o personas de reconocido prestigio del sector apoyen nuestra solicitud de ingreso. Por último, se ha de presentar un examen de admisión, tanto práctico como teórico. Un comité de admisiones evaluará nuestra solicitud y se nos comunicará si hemos sido admitidos o no.
Si hemos tenido la suerte de ser admitidos como alumnos, empieza un período de dos años en el que deberemos dominar todos los temas que se nos preguntarán en el examen final. Hay seminarios de inmersión total en donde se realizan catas a ciegas de vinos de todo el mundo y seminarios de teoría. El primer seminario se hace en Austria durante 7 días en la ciudad de Rust. Además de las sesiones teóricas y prácticas cada día se visitan bodegas y se hacen catas con bodegueros. A final del primer año hay un examen para evaluar si estas preparado para seguir al segundo período. En el segundo año el seminario de inmersión se lleva a cabo en Burdeos donde ya se hacen exámenes de prueba y el nivel de exigencia sube muchísimo.  Estos seminarios también se pueden hacer en California o en Australia.
El Famoso Título
El famoso MW
Una vez completados los dos años de preparación llega la hora de presentarte a los exámenes. Durante tres días por la mañana te has de examinar de cata a ciegas. Cada día se catan 12 vinos totalmente a ciegas que pueden venir de cualquier parte del mundo. Se ha de determinar la uva con la que está hecho cada vino, su origen y evaluar el nivel de calidad haciendo comentarios sobre el proceso de elaboración. Todas las respuestas se han de justificar con razonamientos de peso. Por las tardes hay 3 horas de exámenes teóricos, el primer día viticultura, el segundo día enología, el tercer día negocios del vino y marketing para terminar el último día con un examen de cuestiones contemporáneas. Tres meses más tarde nos enteraremos del resultado, si llega una carta es que has suspendido y generalmente si has aprobado te llaman por teléfono. Has de aprobar todos y cada uno de los exámenes con un 60%. Llegados a este punto tienes un año para presentar una tesis sobre algún tema de propia elección sobre el cual has de realizar un amplio trabajo de investigación. Si consigues aprobar esa tesis entonces recibirás esa ansiada llamada diciéndote que en cuanto firmes el código ético-deontológico del Instituto puedes considerarte Master of Wine y poner las letras MW detrás de tu nombre. En la primera semana de Noviembre se realiza una ceremonia muy emotiva en Londres donde se realñiza la investidura de los nuevos Masters of Wine.
Pancho Campo MW y Pedro Ballesteros MW
Todo el proceso tarda, en teoría 3 años pero por la gran dificultad que entraña el aprobarlo todo la media está en 5 años y son muy poquitos los que cada año aprueban, a razón de 6 a 8 por año. Es una titulación que aunque algo desconocida en España tiene muchísimo prestigio en la industria vinícola mundial, te abre muchas puertas pero la has de llevar con mucha profesionalidad, humildad y rigor ya que las opiniones de los Masters of Wine suelen tener mucho peso e influencia y los profesionales del sector toman muy en serio nuestros comentarios. En España ya somos dos Masters of Wine ya que Pedro Ballesteros obtuvo el título en 2010 y esperamos que más profesionales españoles se animen ya que es una experiencia magnífica y cuanto más seamos más fácil poder ayudar a mejorar la educación del sector y a que se conozcan más nuestros vinos.

Cómo se cata el agua


Con cada vez más presencia, el agua se está convirtiendo en un valor añadido en muchas cartas de los restaurantes. A su vez cada vez más podemos encontrar concursos, catas de agua. Al igual que el vino, el aceite, el queso, ect. Un catador de agua debe ser capaz de evaluar la calidad del agua de consumo de boca a partir de sus características organolépticas.
Antes de comenzar con una cata de agua hemos de tener conocimiento básicos sobre el ciclo del agua y sobre la relación entre el sabor del agua mineral y el terreno del que surge, ya que el manto vegetal o bosque superior es responsable del gusto y aroma del agua emergente.
Sobre lo primero podemos encontrarnos, agua mineral natural: brota del manantial de forma natural. Ha de mantener sus características minerales y biológicas (color, olor, sabor, turbidez o sedimentación); Agua de manantial: de igual definición que la anterior, pero de menor riqueza mineral; Agua potable: la de cualquier procedencia que ha sido sometida a tratamientos con el fin de garantizar su estabilidad bacteriológica.
En cuanto a lo segundo el agua se clasifica por ser de mineralización débil: hasta 50 mg/L de residuo seco; de mineralización fuerte: más de 1500 mg/L de residuo seco; bicarbonatada: más de 600 mg/L de bicarbonatos; sulfatada: concentración superior a los 200 mg/L de sulfatos; clorurada: más de 200 mg/L de cloruros; cálcica: concentración superior a 150 mg/L de calcio; ferruginosa: valor superior a 1 mg/L de hierro (Fe2+); acídula: contenido en CO2 libre superior a los 250 mg/LM; sódica: concentración en sodio mayor de 20 mg/L.
La cata se desarrollará en una sala con la temperatura entre los 20 y los 22 ºC y la humedad entre el 60 y el 80 %. Se utilizaran unas probetas cónicas, o copas, que permiten una mejor olfacción y degustación. El tiempo de cata es de unos 5 segundos, si bien a temperaturas superiores a los 22 ºC, los componentes aromáticos se perciben ya a partir de los 3 segundos. Las fases de la cata, en definitiva son la fase visual: en la que se aprecia si el agua es transparente o brillante; la fase olfativa: en la que se puede diferenciar entre si es agradable o terrosa; la fase gustativa: en la que se distinguen: alcalina o dura, dulce, ácida o salada, agradable o terrosa. Para las aguas con gas: se valora su finura, la persistencia y lo carbónico.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Setas Cuatro maneras de prepararlas.

Desde un sencillo aliño con aceite de oliva y sal hasta un delicioso estofado, las setas de temporada ofrecen muchas alternativas en la cocina
El otoño es tiempo de setas, época de paseos por el campo para su recolección y de abundancia de estos manjares en los mercados. Todo un lujo para sibaritas que la naturaleza pone al alcance del bolsillo y de la mano si se cuenta con algo de tiempo, dedicación y conocimiento para elegir las setas que son aptas para el consumo. Las compremos o las recojamos, en el siguiente artículo se proponen recomendaciones importantes antes de preparar las setas y cuatro ideas para cocinarlas...
 
Setas: recomendaciones antes de cocinar
Antes de preparar las setas, es muy importante asegurarse de que son comestibles y limpiarlas de un modo adecuado. Por ello:
 
-Si las recogemos nosotros, debemos tener mucha precaución de recolectar solo las setas que conozcamos y que no generen ningún tipo de dudas. Para cuidar nuestra salud (y la del medio ambiente), es indispensable seleccionar con cuidado las setas que llevaremos a casa y no arrancar, pisar ni destrozar las que no conozcamos.
-La limpieza debe hacerse con cuidado y paciencia: de una en una, para retirar los restos de tierra, hojas y ramas sin dañar el resto de la seta.
El mejor modo de lavarlas es hacerlo con un trapo húmedo. Es importante limpiar la superficie y reservar las setas en un lugar fresco y tapadas con un paño (no en bolsas de plástico cerradas), para que conserven su textura y su aroma, y se mantengan en buen estado.
 
Cuatro ideas para preparar setas
Con aceite de oliva y sal. Las setas y los hongos tienen un sabor tan característico, que permiten cocciones muy sencillas y deliciosas. La más simple de todas pasa por saltearlas a la plancha con unas gotitas de aceite de oliva y sal. Este aliño es más que suficiente para tener un manjar en muy pocos minutos. Puede hacerse también en una sartén o al horno.
 
Con hortalizas. Algunas hortalizas, como el ajo, la cebolla y el perejil, casan muy bien con las setas y los hongos, a la vez que complementan su sabor de manera extraordinaria. Para combinarlos, se puede saltear las hortalizas antes -por separado- y luego hacer un salteado en conjunto, con las setas. También se puede cocinar al mismo tiempo, tanto salteado como al horno. Un truco consiste en añadir un chorrito de vino blanco a las setas cuando estén en su máximo punto de cocción -ya sea en el horno, la sartén o la plancha-. Ese toque de vino origina una caramelización de los jugos e impregna a las setas con un aroma exquisito, que potencia su sabor.
 
En revuelto. El salteado previo, algunas veces, es el preludio del famoso revuelto de setas o champiñones. Para hacerlo, basta con agregar huevo al salteado anterior. La proporción correcta es de un huevo y medio por persona. Es importante batir los huevos -aunque no tanto como se hace para una tortilla- y verterlos sobre las setas, pero a un fuego tan bajo que cueste cuajar. De esta manera, quedará un revuelto cremoso, meloso y con una textura idónea. De hecho, el principal ingrediente de este plato es el tiempo: hacer las cosas sin prisas evitará resultados no deseados. A propósito de esto, conviene añadir la sal cuando el revuelto esté casi cuajado (no antes), para que el huevo no se desnaturalice y quede con un color casi ocre.
 
En estofado. En materia de setas, no todo son salteados, el horno y la plancha. Si disponemos de tiempo y un poco de paciencia, podemos elaborar deliciosos estofados de setas con un fondo de verduras salteadas, que nos servirá de potente base. Después de saltear las setas gruesas y carnosas, como el robellón, se cubre la mezcla con un caldo y se deja cocinar poco a poco. Este guisado se puede complementar con unas colas de langostinos, o unos trocitos de pechuga de pollo o de pularda, ya que las setas y los sabores suaves crean un plato equilibrado en cuanto a gastronomía y a salud.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La profesión de sumiller

La profesión de sumiller

Oficios. Es muy desconocida, pero también muy deseada por
muchos y no significa pasarse la vida probando y bebiendo buenos
vinos Requiere mucha preparación, dedicación y esfuerzo
 Por :MARGARITA LOZANO |
zoom

La palabra sumiller viene de la francesa sommelier. Antaño, elsommelier era la persona que iba, con un carro tirado por bueyes (bêtes de somme, o bestias de carga) con barricas de vino para la venta ambulante. Hoy, el sumiller 
es el responsable del vino en los establecimientos de hostelería,
 en vinotecas, en las secciones de vinos de grandes superficies y
 también imparte catas a profesionales o a aficionados. Es claro
 que la figura
 del sumiller da prestigio a cualquiera de estos establecimientos. 
Debido a la educación, conocimientos y experiencia que adquieren, 
muchos sumilleres trabajan como críticos de vinos, escritores, 
educadores y consultores.


En los restaurantes, es fácil reconocer al sumiller: normalmente va 

vestido de negro, con un delantal largo de cuero del mismo 
color (el delantal de cuero, antiguamente, evitaba el roce de las 
barricas y las manchas de vino cuando estos descargaban los
 toneles de los carros y
 los llevaban hasta la bodega y se ha convertido en la vestimenta
 clásica) y colgados de una cadena del cuello, unas llaves y un tastevin.
 Las primeras son el símbolo de la posesión de las llaves de la bodega
 o del almacén, una distinción solo permitida antaño al sommelier
persona de confianza; el tastevin es un recipiente que parece una
 pequeña cazoleta, que antiguamente era de plata, donde el 
sumiller vertía un poquito del vino de la botella que iba a 
servir para probarlo
 y cerciorarse de que estaba en perfecto estado. El sumiller 
tiene numerosas funciones en un restaurante: orientar al cliente 
sobre qué 
vino irá mejor con los platos que ha pedido es la más conocida. 
Pero también debe saber de cervezas, bebidas espirituosas, aguas,
 cafés e infusiones y, algo muy importante: saber gestionar la 
bodega, comprar 
los vinos más adecuados para la cocina y la clientela
 de ese establecimiento y hacer que los vinos roten. Ese papel de 
gestor es el
 que no se ve desde fuera y es quizás el más complicado.


Para ser sumiller hay que formarse: primero, con un curso 
especializado,y después… pues a lo largo de toda la vida, 
ya que cada añada de cada vino es diferente y que en el mundo 
aparecen casi a diario nuevas bodegas, nuevas marcas, 
nuevas elaboraciones.



Fue Francia el primer país que puso en marcha una formación
 específica y reglamentada para sumilleres. Y no hace tanto, los
 españoles que querían recibir esta formación, debían ir al otro 
lado del Pirineo. Hoy en día se pueden encontrar buenos 
cursos de formación en España, peroojo: asegúrese de que el diploma 
que le entregarán al terminarlo está respaldado por un organismo 
oficial y no simplemente por una asociación profesional y menos 
aún por 'fulano de tal', que podrá saber mucho (o no) pero no
 puede acreditar de forma oficial ninguna formación. También
 es importante fijarse si estos estudios conllevan un 
reconocimiento internacional, pues no todos lo hacen, y muchos son 

sin más cursos sencillos de iniciación.


Una buena formación seguirá un programa completo de estudios 
que incluirá enología, ampelografía y viticultura, geografía 
vitivinícola nacional e internacional, los aspectos legales de las 
zonas vitivinícolas, y por supuesto, análisis sensorial, es decir, 
aprender a catar y a detectar virtudes y defectos en un vino. Por 
supuesto, un buen sumiller hablará al menos un idioma, siendo
muy común que estos estudios incluyan el aprendizaje del francés,
 no en vano conocido como la 'lengua del vino'.Y luego, el resto de la
 vida, catar y estudiar. Visitar zonas productoras de vinos y 
bodegas, recorrer ferias especializadas... Es, realmente, 

una profesión para apasionados.


No se sienta intimidado por el sumiller en ningún restaurante. 
No está ahí 'para sacarle los cuartos' ni para venderle la botella
 más cara,sino para que su experiencia culinaria sea completa y 
lo más feliz posible. Aunque está demostrado que un restaurante 
que cuenta con un sumiller en su plantilla vende más vino y mejor 
y rota más su bodega… Lo cual no está reñido con el placer y el
 contento del cliente. El sumiller cuidaráde aconsejarle un vino 
según el plato y según sus gustos (los de usted, como cliente) 
por lo que seguramente le haga varias preguntas, como ¿qué tipo 
de vino le gusta? ¿Más frutal, con más crianza en madera? y,

 no nos olvidemos, según el presupuesto. Por supuesto, un sumiller 
no le preguntará directamente cuánto se quiere gastar en una
 botella, resultaría algo grosero, pero para saber a qué rango 
de precio atenerse 
a la hora de aconsejarle, se fijará mucho en pequeños detalles 
que le dirán si es usted una persona con más o menos posibles: esto 
me lo enseñó un sumiller hace muchos años. Desde la ropa que 
lleva, hasta si lleva hecha o no la manicura o el periódico que lee le
 darán pistas de qué tipo de cliente tiene delante.


No dude pedir consejo al sumiller en la sobremesa: seguro 
que le sorprende con un buen destilado y con un café o infusión
 que combinen perfectamente. Y en los restaurantes que tienen un 
lugar en el exterior donde poder fumar en la sobremesa, déjese 
asesorar para fumar un 

buen cigarro puro: en eso también el sumiller es su hombre (o mujer).

lunes, 4 de noviembre de 2013

Clasificación de los vinos de la Denominación de Origen Montilla-Moriles

Gama de vinos
Los vinos protegidos por la Denominación de Origen "Montilla-Moriles" se distinguen según las características de la uva, de los mostos y del proceso de elaboración y crianza a que cada uno de ellos es sometido, además de por su contenido alcohólico.
  

Clasificación de los vinos de la Denominación de Origen Montilla-Moriles
En función del sistema de crianza o envejecimiento:
Sistema de criaderas y soleras.- Es un sistema de crianza dinámico, consistente en la extracción o “saca” del vino de forma parcial de cada una de las botas que forman una escala o criadera con un determinado nivel homogéneo de envejecimiento y la reposición o “rocío” con vino de otra escala o criadera más joven.
Sistema de añadas.- Es un sistema de crianza estático, en el que los vinos procedentes de cada una de las vendimias se envejecen separadamente, sin realizar en ningún momento combinaciones de vinos procedentes de vendimias diferentes.
En función del proceso al que se someten:
Vinos tranquilos de calidad producidos en región determinada, 
cuando el grado alcohólico adquirido se alcance de forma natural sin adición de alcohol.
Vinos de licor de calidad producidos en región determinada, cuando el grado alcohólico adquirido sea igual o superior a 15% en volumen, en cuyo proceso de elaboración se adiciona alcohol de origen vínico.
En función del tiempo de envejecimiento y/o crianza:
Vinos sin envejecimiento. Son vinos que no se someten a crianza ni 
envejecimiento en vasijas de madera.
Vinos con envejecimiento. Son vinos que se someten a crianza durante al
 menos un año en vasijas de madera de capacidad máxima de 1000 Litros. A su vez,
 entre estos pueden distinguirse los siguientes tipos de vino, de acuerdo con el tipo de 
crianza o envejecimiento:
 Vinos de Crianza Biológica: envejecen exclusivamente bajo velo de flor,
 en vasijas de roble, mediante el sistema de criaderas y soleras característico de la zona 
o bien mediante el de añadas. El velo de flor es un proceso biológico consistente 
en el desarrollo espontáneo de un velo sobre la superficie libre del vino tras la 
fermentación alcohólica total del mosto, formado por levaduras típicas, el cual 
confiere al producto determinadas características analíticas y organolépticas específicas.
 Vinos de Crianza Oxidativa: envejecen en vasijas de madera, bien
 mediante el sistema de criaderas y solera o bien mediante el de añadas, con un proceso 
de envejecimiento oxidativo.
En la Denominación de Origen Montilla Moriles se distinguen además:
Vino Generoso, vino elaborado durante parte o toda su crianza bajo velo de flor (crianza biológica) durante un periodo mínimo de dos años en vasijas de roble. Su grado alcohólico volumétrico adquirido, no será inferior a 15% en volumen.
Vino Dulce Natural, vinos obtenidos a partir de vendimias procedentes de variedades de vid autorizadas con un 85% como mínimo de la que le da nombre, procedentes de mostos con una riqueza natural inicial en azúcar de 212 gr/l como mínimo, y obtenidos, con exclusión de cualquier otro aumento artificial del grado alcohólico natural, mediante adición del alcohol de origen vínico.

HISTORIA DE LOS VINOS DE MONTILLA-MORILES

Historia
Orígenes
Lagar egipcio
El origen de la viña es remoto. Se sabe que existía en el Terciario y que durante las glaciaciones la planta subsistió refugiada en algunos cálidos valles de la región comprendida entre el Himalaya y el Cáucaso. Desde allí, cuando las temperaturas se su avizaron, viajó hacia Europa, propagándose por ambas costas mediteráneas. Algunos autores afirman que su cultivo comenzó en el Transcáucaso, por tierras de las actuales Georgia y Arzebaiyán. Allí, hace miles de años, existía el vocablo voino del que pudo derivar nuestra palabra vino.
En la tumba de un faraón muerto hace unos 4.000 años, 
apareció la estatuilla de un esclavo sirviéndole vino para
 hacer más grato su último viaje.
Lagar ibérico
Lo cierto y verdadero es que el vino nunca ha sido un producto agrícola vulgar. Buena prueba de ello es que su degustación se divinizó en todas las culturas e introdujo, por la puerta grande, en sus ritos religiosos. Desde Shiva -que según Alain Daniélou fue adorado incluso en la Europa atlántica- hasta el cristianismo, pasando por la larga lista de Osiris, Dionisos, Baco y otros dioses más lejanos, el vino ha ocupado siempre un lugar destacado en la mitología, en la taumaturgia y la cotidianidad del hombre.
El sur español ha sido siempre cerealista, oleícola y vinatero. Sin contar con envases idóneos no podía almacenarse ni el aceite ni el vino y, en este último caso, ni siquiera podía fermentarse el zumo de la uva. Se sabe que la alfarería cordobesa data del Neolítico y que a finales de este periodo, en el III milenio, comenzó tímidamente la metalurgia. Puede asegurarse, por tanto, que Andalucía ha contado desde los tiempos más remotos, con innumerables hornosque no solo cocían el barro; también fundían metales, cobre, estaño, plata, oro, que los artesanos convertían luego en diversos útiles y vasijas.

Época romana
Cuenta Plinio que los habitantes de la Bética empleaban la resina para aromatizar y conservar los vinos -práctica enológica todavía utilizada en Grecia, donde la savia de pino se ha usado desde tiempo inmemorial- y cuenta también el historiador latino que los reyes tartesos de la dinastía de los Argantonio guardaban sus vinos en toneles de plata.
Está demostrada, por restos arqueológicos, la fundación íbera de Montilla
 y la antigüedad allí del cultivo de la vid.
Terracota de vendimiador,
anterior a la era cristiana
Cuenta Plinio que los habitantes de la Bética empleaban la resina para aromatizar y conservar los vinos -práctica enológica todavía utilizada en Grecia, donde la savia de pino se ha usado desde tiempo inmemorial- y cuenta también el historiador latino que los reyes tartesos de la dinastía de los Argantonio guardaban sus vinos en toneles de plata.
Está demostrada, por restos arqueológicos, la fundación íbera de Montilla y la antigüedad allí del cultivo de la vid. Tan así es que, recientemente, han aparecido unas pepitas de uva, de viníferas, en las excavaciones que se están realizando en el castillo. Según los expertos datan del siglo VIII o IX a C. Abundando en lo dicho, José Ponferrada da fe de la aparición, en una finca propiedad del Conde de la Cortina, situada en el famoso pago de Riofrío de la Sierra de Montilla, de una antiquísima terracota que representa a un vendimiador, resto arqueológico cuyo origen es anterior a la era cristiana. Estos hallazgos son frecuentes en la mayoría de los pueblos que hoy integran la denominación de origen, abundando en las proximidades de Montemayor. El pretor Lucio Marcio entró en Córdoba unos doscientos años antes de nuestra Era y, cómo no, debió beber en abundancia el vino de la tierra. Satisfecho, luego lo llevaría a Roma, iniciándose así uncomercio que duraría siglos.
En este sentido, Pauline & Sheidon Wasserman en su Guide to Fortified Wines (página 125-IV): "By the third and second centuries B.C., when Spain - or Iberia- was part of the Roman Empire, the wines of this region were well know." ("Al llegar el siglo II a. de C., cuando España llegó a formar parte del imperio romano, los vinos de esta región eran bien conocidos").
Las vides debían cultivarse en las estribaciones de la Sierra para
 abastecer a sus cada vez más numerosos habitantes, sobre todo a partir
 de la llegada del General Claudio Marcelo (169 a. C.) y, posteriormente, 
al ser designada Córdoba Colonia Patricia y capital de la Bética.
Ánforas romanas
Hace 2.000 años, la Bética era la primera productora de vino y aceite de aquél mundo, productos que exportaba en ánforas, bajo severos controles aduaneros, a Roma y al resto de Europa. Entonces, no sólo se cultivaba la variedad de uva llamada Cocolobis, citada por Plinio: una inscripción del Corpus de Hübner hace referencia a la plantación en la Bética de cepas procedentes de Falerno. Al respecto, habla Thouvenot de dos armadores narbonenses, a los que llama mercatores cordubensis, que se dedicaban, Guadalquivir abajo, a la exportación de aceites y caldos cordobeses a todo el Imperio.
Mosaico de Baco
En el actual Alcázar de los Reyes Cristianos se ubicaba la aduana desde la que partía, documentada, la deliciosa mercancía que era traspasada a barcos de mayor registro en aguas más profundas, probablemente en las proximidades de Sevilla. Llevarlas a lomos de caballerías o en carreta sería económicamente prohibitivo. Valga la anécdota.
Puede afirmarse, como sugiere José Ponferrada, que Séneca abastecía su casa romana, entre otros, con vinos procedentes de sus viñedos de Montilla. Dan fe de lo dicho los restos de cerámica cordobesa encontrados en el conocido Monte Testaccio de Roma que, en su primitiva forma, sirvieron para llevar hasta la capital del imperio el aceite y el vino. No debe olvidarse que en el exterior de algunas vasijas, grabado en el barro, aún puede leerse el nombre del expedidor, del destinatario y su contenido.
En el ámbito artístico, durante los siglos de dominación romana, en toda la Bética, y especialmente en Córdoba, colonia patricia, capital y cabeza de la Hispania Ulterior, los escultores y decoradores utilizaron frecuentemente en sus obras motivos relacionados con la vid y el vino. El mosaico reproducido en esta página, encontrado en la calle de la Bodega en el año 1929, da fe de lo dicho.

Dominación árabe
Durante la dominación árabe, aunque parezca extraño al lector, el vino brilló con todo su esplendor y fue musa poética y literaria.
Bodegas Carbonell
Sánchez Albornoz, en sus Ensayos sobre historia de España, así lo afirma: "El fruto de la uva placía por igual al pueblo y a los magnates, era gustado con placer por califas y príncipes, lo cantaban sin misterio los poetas, embriagaba por doquier, incluso en el alcázar califal, a quienes lo frecuentaban con exceso, y hasta conseguía mover a benevolencia a los jueces o cadíes, encargados de condenar a los borrachos”.
No puede olvidarse que la gran mayoría de la población seguía siendo puramente andaluza, cordobesa en nuestro caso, y que sus costumbres y tradiciones nunca fueron suplantadas aunque, en ocasiones, tuviesen que recurrir a argucias como la fatua, especie de bula que debían adquirir los creyentes musulmanes para poder beber, sin pecar, el vino que los médicos les recetaban como medicamento, hecho más que frecuente dadas las probadas virtudes terapéuticas que tienen los caldos cordobeses para combatir las enfermedades del cuerpo y del espíritu. Pero los abusos debían ser frecuentes. Por ello, el califa Abubéker fijó un severo y cruel castigo para los que transgredían la ley coránica en materia tan fácil de detectar como lo es el consumo del vino.
Ochenta azotes caían, o debían caer, sobre la espalda de los transgresores cogidos in fraganti pero, es cierto que antes de morir, entendiendo que la pena era desproporcionada, manifestó públicamente su repulsa a tan bárbara disciplina.
El cadí cordobés Umar ben Umar dictó normas 
de moderación para evitar que la ley tuviese que ser
 aplicada: "que el vino no se beba la razón del que lo bebe".
En el zoco hispalense se realizaban transacciones de todo tipo de productos agrícolas, de igual manera que la administración califal de Alhaken I, en Córdoba, controlaba el mercado de vinos.

Bodegas Moreno
Mal se debieron poner las cosas cuando, más tarde, Alhaken II ordenó arrancar dos tercios del viñedo cordobés, allá por el año 966, gritando al pueblo: "ven a rezar borracho". Lo arrancado se repuso y alguna parcela volvió a ser arrasada, la última vez por Boabdil, en 1483, que atacó los viñedos de los ruedos de Montilla como si de guerreros de las huestes de Gonzalo Fernández de Córdoba se trataran.

Sin embargo, como decía Cervantes, el moro tenía gran predilección por las pasas; quizá por este motivo gastronómico, y esperando una rectificación religiosa que aboliera la ley seca, los musulmanes no descuajaron todos los viñedos.
Mientras los poetas arábigo-andaluces dedicaban al vino sus más deliciosos versos, los agricultores e investigadores debieron mejorar su calidad estudiando la manera ideal de cultivar las viñas y de elaborar y envejecer sus caldos, estudios que quedaron plasmados en diversas enciclopedias.

Poema de Abén Guzmán, evocando a Anacreonte:
"cuando muera, estas son mis instrucciones para el entierro:
dormiré con una viña entre los párpados;
que me envuelvan entre sus hojas como mortaja
y me pongan en la cabeza un turbante de pámpanos"
(Zéjel XC)

La Reconquista
Fernando III entró en Córdoba en 1236. Volvieron, después de casi cinco siglos de ausencia, los ejércitos cristianos. Capituló la ciudad y los sitiadores se adueñaron de los bienes de sus habitantes mediante reparticiones, a diferencia de lo que ocurría en las ciudades y territorios ganados mediante pactos en los que solamente se entregaban a los vencedores los bienes de los musulmanes que habían abandonado la ciudad. El mismo año comenzó la distribución de las propiedades de los reales vasallos, primero las urbanas y después las agrícolas. Las viñas llegaban hasta las puertas de la ciudad y se extendían por la vega del Guadalquivir, subiendo por las laderas hacia Santa María de Trassierra.
San Fernando entró en Montilla en Agosto de 1237, localidad que a partir de 1257 pasó a depender de Gonzalo Yáñez Dovinal, señor de la villa y del castillo de Aguilar de la Frontera, población de la que segregó su término municipal en 1375 ya en poder de los Fernández de Córdoba, antecesores del que luego sería insigne soldado, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
Sierra de Montilla
Las viñas de Montilla y Aguilar de la Frontera, la otrora llamada Poley, corrieron la misma suerte que las cordobesas: el reparto entre los caballeros, hecho que más adelante sucedió en Cabra, Lucena y en las villas que se iban conquistando en el lento caminar cristiano hacia Granada. Lucena, La Rambla, Montalbán, Montemayor, Puente Genil, como la mayoría de las poblaciones de la Campiña Sur, fueron reconquistadas por Fernando III durante su segunda estancia en Córdoba, en los años 1240 y 1241. La tartésica Cabra, poco antes, en 1237.
En todas las poblaciones había viñedos y lagares; los numerosos restos aparecidos así lo confirman. El vino se consumía abundantemente en la Córdoba medieval y no solía faltar en la mesa.
Años después anduvo por estas tierras Jorge Manrique, poeta y soldado, conocido por sus coplas de pie quebrado, que dejó como recuerdo estos versos dedicados a los ricos vinos de Luque:
Versos de Jorge Manrique
"Santo Luque, yo te pido
que ruegues a Dios por mí;
y no pongas en olvido
de me dar vino de ti."
A partir del XVI las citas literarias de los vinos cordobeses son extensas. Los grandes autores del Siglo de Oro hablan con frecuencia de los buenos vinos que, en ocasiones, fueron protagonistas de hechos singulares. Lo que años después escribiera Lord Byron puede aplicarse a los eximios literatos de esa época española en la que las letras, y todas las artes, brillaron de manera irrepetible: "Nadie puede estudiar la historia del decimoctavo siglo inglés sin asombrarse del lugar verdaderamente inmenso que ocupaba el vino en la historia espiritual de la juventud".

Los Siglos XVII y XVIII
Los caldos de Lucena (¿blancos o tintos?) eran enormemente conocidos en el siglo XVII. Miguel Herrero-García (La vida española en el siglo XVII) escribe que por aquellos años "en la demarcación de Córdoba había tres vinos renombrados, entre los que levantaba cabeza el de Lucena, una carga de la cual podía servir muy bien para regalo de la Reina de España como consta en los Avisos de Barrionuevo". Añadiremos que Felipe IV tenía en Madrid un proveedor oficial de vino lucentino llamado Apoloni, dueño de "La Taberna de los 100 vinos".
Bodegas Torres Burgos
No olvidemos que en 1665 se vendía vino de Lucena en las trescientas, tal como suena, trescientas tabernas de Cádiz -Archivo Hispalense, mayo y junio de 1963- En el mesón de Juan Velasco, en Madrid, en 1686, costaba una arroba treinta y cuatro reales, de las cuales 12 eran de portes y doce de impuestos. Así no se podía exportar a pesar de que"resisten los mares para conducirlos a reinos extraños".
En el siglo XVIII se asientan las bases de una buena parte de la vitivinicultura contemporánea de Andalucía Occidental.
Mientras la mayor parte de las bodegas andaluzas, especialmente las situadas en Jaén, Granada, Almería y Málaga, continuaban elaborando sus vinos con los métodos tradicionales, un nuevo sistema se implanta en las provincias occidentales. Nacen las criaderas y soleras que vienen a introducir un nuevo concepto en el envejecimiento de los vinos generosos.
Bodegas Toro Albalá
La añada desaparece, se pretende obtener, y sobradamente se consigue, una calidad constante, un tipo homogéneo de vino. Es más que probable que el descubrimiento fue casual. Alguien, por necesidad de espacio, pondría un barril encima de otro e iría rellenando el de abajo con vino del que estaba arriba. Visto los buenos resultados, el procedimiento fue adoptado por el resto de las bodegas de vinos generosos.
Se empieza a hablar de los finos y de los amontillados, vinos finos muy hechos al estilo de Montilla. Comenta Paz Ivison en su amena obra “Los vinos”, Uso y protocolo, que el Conde de la Cortina comenzó a enviar este tipo de vino a Jerez hacia mediados del siglo por el que ahora historiamos, y que tanto gustó a los bodegueros jerezanos que comenzaron a producirlo siguiendo el sistema cordobés. Puede ser cierta la historia. Permítaseme añadir que, para el autor de este texto, el amontillado es el indiscutible rey de los vinos generosos.
La magna obra catastral realizada por el marqués de la Ensenada aporta interesantes datos de la viticultura andaluza existente a mediados del siglo XVIII. En la provincia de Córdoba las cosas no están claras. Montilla aparece con solo 600 fanegas de viñas, desconociéndose si se refiere exclusivamente a su término individual o incluye también el general y proindiviso que esta ciudad mantenía con Aguilar, Puente Genil, Montalbán y Monturque. Los diezmos recogen, en 1749, una cosecha de 30.300 arrobas, la mitad que en 1610, año en que la expulsión de los moriscos privó a las vides montillanas de una importantísima mano de obra.
Criaderas y Soleras
Los datos del famoso Catastro no cuadran con la descripción que Madoz hace de Montilla en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. "…en un ameno valle, y campiña fertilísima, especialmente en vino generoso y afamado…", o con otra, de autor anónimo, que viene a afirmar lo mismo: "…La ciudad de Montilla está situada a seis leguas de Córdoba, una de Aguilar y cuatro de Lucena... Es su terreno de los más fértiles y abundantes en la producción de trigo, semillas, aceites, pastos, caza y frutos, especialmente el vino, cuyo licor es exquisito y mejor de Andalucía, a la cuál abastece de él muy cumplidamente, siendo su abundancia increíble de lo que provienen los muchos caudales de esta nombrada ciudad, y que sus moradores tengan que ejercitarse en multitud de viñas y lagares…"

A partir del Siglo XIX
Grabado de Montilla
Numerosos escritores han plasmado en sus obras las excelencias de los vinos de nuestra zona. En la literatura internacional, podemos encontrar gran cantidad de referencias que corroboran este hecho.
Andalucía ha despertado desde las épocas más remotas el interés de los foráneos. Se sabe que desde hace más de tres mil años han venido desembarcando en las costas béticas navegantes procedentes de países lejanos que trasladaron a sus escritos las impresiones que les habían causado un pueblo y una tierra singulares. Caminando hacia el centro de la región atravesaban la fértil campiña y llegaban a la milenaria Córdoba, capital de aquella Turdetania, tan poco estudiada, y que brilló de tal forma que, con Tartesos, fue cuna de leyendas mitológicas en cuyas tierras tuvieron lugar las más grandes hazañas protagonizadas por personajes sin igual.
Autores latinos, cristianos y árabes hablan concretamente de los vinos cordobeses, pero no es hasta bien entrada la Edad Media cuando las citas se multiplican.
El príncipe florentino Cosme III de Médicis, geógrafo e historiador, subiendo desde Málaga, llegó a Lucena. En su Viaje por España y Portugal (1668-1669) dice: "La mayor riqueza de Lucena es el aceite y el vino, el uno y el otro de los más famosos de España; de aceites se harán 400.000 arrobas, y 600.000 de vino".
Dibujo de Montilla
Acompañaba al príncipe, a modo de fotógrafo, el eximio pintor Pier María Baldi, quien, como recuerdo, dejó una excelente acuarela de Lucena y otra de Montilla que se conservan en laBiblioteca Laurenciana de Florencia.
Por esta época (1680), el embajador Muley Ismail describió así los alrededores de Córdoba: "fuera de la ciudad de Córdoba se ven un número incalculable de huertos, de jardines y toda clase de viñedos". Más tarde, en el año 1775, el religioso milanés Norberto Caimo recorrió la tierra de María Santísima y aunque "no bebiendo ordinariamente más que agua" citó en sus obras todos los puntales vínicos andaluces "del vino de Cádiz, de Jerez, de Málaga, de Cazalla, de Montilla y Lucena, en Andalucía... todos tan propios para ser transportados de un mundo al otro, que en el transporte adquieren más bien la fuerza que la pierden".
Bodega Garcilaso
Los viajeros europeos pasaron por Córdoba y por los pueblos más importantes de la campiña sur buscando sus afamados caldos. El Barón Bourgeing comenta de Montilla: " produce un excelente vino generoso, muy seco, poco conocido fuera de España, pero muy apreciado por los entendidos".
Prosper Mérimée fue otro admirador de los caldos montillanos. En los alrededores del pueblo ambientó el primer capítulo de su inmortal Carmen. Hablaba el protagonista de esta obra con el mítico José María el Tempranillo, que vivió bastante tiempo en el actual lagar de Las Amazonas, propiedad de la familia Velázquez Vilaplana, sito en lo más alto de la Sierra de Montilla. Desde allí otearía el horizonte para prevenir la llegada de sus enemigos. En la cuadra, que aún se conserva, siempre tenía su cabalgadura dispuesta para escapar a galope. Ya lo decía la copla:
"José María el Tempranillo
no será preso,
mientras su jaca torda
tenga pescuezo."
Otro admirador de los caldos cordobeses fue Edgar Allan Poe. Fallecido en un ataque de delirium tremens a la temprana edad de 37 años, el genial escritor pudo pasar en su época por un excelente connaisseur dada su desmedida afición a la bebida, especialmente a los destilados, lo que sin duda le acarreó la muerte.
Copa de amontillado
No hay duda que aprovechó su estancia en el viejo continente para conocer sus vinos. Debió sorprenderle la calidad y singularidad del amontillado hasta tal extremo que bautizó con su nombre una de sus Historias extraordinarias: “La barrica de Amontillado”.
El amontillado es el rey de los vinos generosos. Ninguno tan completo. No extraña, por tanto, que Poe lo utilizara como cebo para atraer al infortunado catador italiano hasta una antigua catacumba usada como bodega. Cabe considerar también que quizá, Poe conociera el amontillado a través de los escritos de Richard Ford sobre las costumbres, gastronomía y vinos españoles. El escritor inglés, enamorado de Andalucía, en su obra Comidas y Vinos de España dice lo siguiente: "...el proceso químico de la naturaleza escapa a la investigación humana, y en ninguno más que en la elaboración de ese lusus naturae vel Bacchi, esa variedad de aroma que se conoce como amontillado; nombre que se le da por la semejanza que este vino tiene con el que se hace en Montilla, pueblo cercano a Córdoba; con la particularidad de que este último punto apenas es conocido en Inglaterra y muy poco en España".
Hugh Jhonson (El Vino) tampoco se quedó corto: "Su atractivo especial radica en su fuerza natural, muy alta"... "tienen sobre la mayoría de los vinos de Jerez la ventaja de ser precisamente los vinos que más evocan al sur de España". Y en otro párrafo:"Al no estar encabezado, el Montilla llega a los mercados conservando su auténtico carácter con mayor pureza que los vinos jerezanos comercializados... Ahora bien, es menester tratarlo como un vino blanco, enfriándolo y apurando la botella enseguida".
"Lo ideal sería descorchar la botella con el aperitivo y terminarla con los entremeses o la entrada de ahumados. Ningún vino acompaña mejor un almuerzo veraniego". Sabias consideraciones y sabios consejos.
Bodegas Campos
El nuevo gran libro del vino, de Pierre Andrien y otros autores, enciclopédica obra realizada bajo la dirección de Joseph Jobe, también dedica sabrosos párrafos a los vinos montillanos: "Tienen un color de oro verde pálido, son límpidos y transparentes. Su aroma, muy acentuado, y su sabor particular los distinguen de los jerez que llevan los mismos nombres. Son ligeros y secos y tienen un sabor delicado de almendra amarga. Los moriles tienen un sabor que recuerda la avellana, lo que les diferencia de los otros vinos andaluces".
No queremos cansar más al lector con citas de autores de allende nuestras fronteras, que con lo dicho queda más que demostrado el prestigio internacional de los vinos de Montilla-Moriles.