| Los Jóvenes
La obtención de vinos jóvenes afrutados, de baja graduación, es muy reciente en Andalucía. La inexcusable necesidad de tecnología moderna (fermentación controlada, acero inoxidable, tratamiento de frío, etc.) para la elaboración de estos vinos con las variedades y climatología de la zona, ha hecho que solo desde hace apenas tres décadas, se ofrezcan al consumidor vinos de excelente calidad. Vinos muy afrutados y con una marcada personalidad propia que los hace muy atractivos e interesantes. Vinos andaluces, secos o semisecos; afrutados, pálidos y ligeros, que acompañan con acierto los pescados y mariscos. Caracterizados por sus aromas delicados, afrutados, florales, equilibrados y ligeros.
En estos, las características de la uva adquiere un puesto más relevante. Por ello, la calidad de la materia prima ha de ser rigurosamente seleccionada, así como el estado de maduración en el momento de determinar la fecha de la vendimia, ya que debe contemplar un máximo contenido en aromas, conjugado con una acidez adecuada y un contenido en azúcares no demasiado elevado para producir vinos ligeros, de baja graduación alcohólica.
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| Los Fínos
Es el fino un vino transparente y brillante, de color amarillo pálido pajizo, con algunas tonalidades verdeoliva (sobre todo los procedentes del Moriles Altos); de infinitos aromas, seco, levemente amargoso al paladar y punzante a la nariz. Es el más genuino y conocido vino generoso, criado bajo velo de flor en las catedralicias bodegas de las denominaciones de origen Jerez-Xeres-Sherry y Montilla-Moriles. Unicamente los vinos de estas características criados en bodegas inscritas en ambas denominaciones, pueden llamarse "finos". Acompaña a entremeses, quesos semicurados, embutidos (en especial los del cerdo ibérico) y mariscos; no desentona en la mesa pudiendo intervenir en numerosos platos.
De infinitos olores, algunos a levadura, siempre punzantes, almendrados, atabacados, con ligerísimos recuerdos de roble. En la boca son secos, amargos y suaves al mismo tiempo, remotamente salinos, persistentes en su sabor y en el desprendimiento de aromas por vía retronasal. Apto para beberlo sólo, y acompañante ideal de todo tipo de mariscos, de fritos de pescado, de jamón, de quesos no muy curados. Vino hermanador, amistoso, alegre en el copeo, inigualable e inimitable. Su graduación alcohólica está comprendida entre los 15 grados, en el marco de Montilla-Moriles (graduación que no suelen sobrepasar los finos cordobeses), y 15,5 en el de Jerez, por abajo, y 17 grados en ambas denominaciones, por arriba.
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| Los Amontillados
Vino de color oro viejo encendido, sabor cálido, avellanado cuya sedosidad tenuemente oleaginosa produce el lacrimeo peculiar en la superficie cóncava de la copa. Ideal para aperitivos añejos y compañero e ingrediente sopas y consomés. Rey de los vinos generosos, por su crianza bajo el velo de flor en su comienzo y su envejecimiento oxidativo y prolongado al final de su crianza.
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| Los Olorosos
De crianza exclusivamente oxidativa, el oloroso es un vino de mucho cuerpo, aterciopelado de color caoba oscuro, alta graduación alcohólica ( ronda los 18º y 20º los más viejos).
Es compendio de suavidad y energía, normalmente seco o no muy abocado. Su momento de degustación es cualquiera, a excepción del aperitivo, y el mejor momento para el cansancio de las últimas horas de la noche, ya que sus mejores cualidades proviene como su nombre indica, de los excepcionales componentes aromáticos muy evolucionados por su particular crianza
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| Los Dulces
El más genuino representante de los vinos de Montilla-Moriles, es sin duda el vino dulce natural, conocido como Pedro Ximénez, del cual el elaborado por Vinólea Purísima es un magnífico exponente. De color rubí oscuro, que se obtiene extendiendo al sol, casi hasta la pasificación, la uva del mismo nombre. El proceso de elaboración es delicado y costoso, artesanal, y los rendimientos bajísimos, precisándose casi cuatro kilos de uva por litro de vino.
Se le conoce también como la miel de nuestros caldos por su dulce natural, ya que debido a ser obtenido por adición de alcohol vínico a mosto de uva pasificada, su contenido en azúcar es muy alto. No siempre se produce fermentación alcohólica por lo que su contenido en azúcar y alcohol es muy variable. Normalmente se somete a crianza, aumentando lentamente su color en las botas, color que pasa de rubí oscuro a tonalidades casi azabache. La degustación de uno de prolongada crianza convierten este vino de pasa en una verdadera fiesta para los sentidos.
Auténtica miel, es un vino denso, cargado de agradables aromas varietales, una verdadera fiesta para los sentidos, fragante y frutoso, suave en la boca y no empalagoso. Es sin más acompañantes, un postre perfecto y repetible, a lo largo del día, tras el desayuno, el almuerzo, o la merienda. Auténtico tónico, levanta los ánimos cansados y ayuda a recuperar fuerzas tras una larga jornada de trabajo.
El clima de Córdoba hace que la principal, y casi única, zona productora de este vino exclusivo, sea la denominación de origen Montilla-Moriles.
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